viernes, 29 de agosto de 2014

CAPITULO 13: ARDIENTE

James le contestó que él estaba igual, que también había tenido “final feliz” y necesitaba urgentemente una buena ducha, y se iba al trabajo de inmediato. “Hasta mañana, pequeñaja, ya verás cuando te cuente lo que hemos hecho en mi sueño, ja ja”

Ambos pasaron el día muy atareados en sus respectivas ocupaciones, enviándose de vez en cuando algún mensajito “picante”, pero muy breve, y deseando los dos volver a verse al día siguiente. Cuando Paty terminó su jornada laboral, fue a hacer unas compras y después de dejar todo en casa, se fue a pasear por la playa de la Concha. Se llevó un libro que estaba leyendo, que le había prestado una amiga y que le había dicho que estaba muy bien.

Sólo lo había empezado y ya se dio cuenta que era bastante erótico ¡vaya, lo que le faltaba, estaba todo el día como en celo, y ahora estas escenas tan sensuales…….! Uuuuffffff, que bochorno, su amiga no le había dicho que era tan “fuertecillo”  el librito de marras. Al cabo de un momento tuvo ganas de darse un buen chapuzón, no había pensado que tendría ganas de bañarse tan tarde, porque ya estaba anocheciendo, con una puesta de sol maravillosa, pero la verdad era que le apetecía mucho.

Se estaba imaginando las escenas del libro con James y……. Otra vez se estaba excitando. ¿Pero qué le estaba pasando? Se estaba obsesionando un poco ¿o era algo más? No quería pensar en la palabra AMOR, todavía no estaba preparada para ello, pero ese sentimiento era muuuuuy fuerte, estaba un poco asustada de ella misma y de lo que sentía……

Y además, ¿Qué sentía James? De momento no habían tenido tiempo de hablarlo, cuando estaban juntos acababan siempre haciendo el amor de forma increíble, no tenían demasiado tiempo para hablar de ello con calma …..

Miró a su alrededor, casi no había nadie en la playa. No se había puesto bañador, porque no había pensado en bañarse tan tarde, pero llevaba una ropa interior que podría parecer un bikini, así que no lo pensó dos veces, se quitó el vestido y como sí había traído una toalla para tumbarse a leer en la arena, no lo pensó dos veces y se lanzó al agua, que estaba en calma ese día, parecía un lago.  Nadó un poco hacia el fondo, aprovechando que hoy no había corriente. Después nadó vigorosamente hacia la orilla y salió, buscando la toalla para secarse.

El sol había descendido y había oscurecido del todo. Se estaba secando frotándose con fuerza porque había cogido un poco de frío. Ya no podía leer más, porque ya había oscurecido. Se vistió y se dirigió a su casa, paseando tranquilamente por la playa de la Concha. Le molestaba la ropa interior mojada, así que disimuladamente se la quitó, con el vestido ya puesto, por si alguien estaba mirando.

Se recogió el alborotado y salvaje pelo con una diadema de colores, con la que se hizo una graciosa coleta alta, para que el pelo mojado no le estorbara en la cara. De pronto, de camino a casa, pasó por un bar con terraza y no pudo resistir la tentación de tomarse una copa de helado, así que se sentó y mientras esperaba el helado, siguió con la lectura del libro de su amiga.

Había escenas interesantes en el libro. La verdad era que estaba escrito con muy buen gusto, no era ordinario ni soez, al contrario, utilizaba un lenguaje variado, rico y culto, que para nada le recordaba algún libro pornográfico que había empezado. No había terminado ninguno de esos libros por lo pobre, sórdido y limitado del  lenguaje utilizado. Pero este libro era diferente, sabía cómo picar la curiosidad de la persona que lo estaba leyendo, cómo interesarla, cómo hacer que su imaginación volara con esas escenas eróticas y sensuales.

Realmente estaba disfrutando con la lectura, se lo diría a su amiga ahora mismo. Además había algunas ilustraciones muy sugerentes, que le daban  ideas para compartir con James. Por supuesto, siempre James, no se lo quitaba del pensamiento. ¡Ay Paty, que te estás enamorando como una jovencita! – pensó para sus adentros.

Miró el nombre del autor y vio que la escritora era una mujer. Ja ja, comprendió entonces el buen gusto y la sutileza del lenguaje, ja ja, “donde haya una mujer que sabe disfrutar de su sensualidad, que se quite todo lo demás”. Pero casi inmediatamente de pensar eso, recordó a James, el buen gusto que tenía, cómo controlaba su deseo para acoplarse al de ella, todo el placer que sabía darle, sutilmente, sin prisa, encendiéndola de pasión y de placer con su saber hacer, y pensó que por suerte también había hombres que podían dar y recibir placer haciendo disfrutar al máximo a su pareja. ¡Era el mejor amante que había tenido, sin duda alguna!

Se consideró muy afortunada de haberle conocido. Siguió comiendo el helado, lamiendo la cuchara de gusto, estaba realmente bueno, siguió leyendo y releyendo algunos párrafos que le habían gustado especialmente e imaginando algunas de las escenas descritas en el libro, practicándolas con James. En ese momento oyó voces, varias risas masculinas, se giró automáticamente y el libro le cayó al suelo. 
Ella se agachó a recogerlo, pero uno de los hombres que pasaban en aquel momento por delante de ella lo cogió y se lo acercó, mirando curiosamente el título.


“Interesante libro – dijo. Lo leí el año pasado y la verdad, me ayudó bastante con la psicología femenina”. Esa voz ¡no podía ser! Pero cuando él se incorporó pudo confirmar que si, era James en persona, con su grupo de amigos. La cara de Paty se puso roja, recordó que no llevaba ropa interior y que al agacharse, su escote seguramente habría dejado ver más de lo adecuado. Los otros miraron el libro, ninguno de ellos lo conocía.

Se sentía completamente ridícula, allí en medio, sin arreglar, despeinada, sin maquillaje, con el libro por el suelo, con ilustraciones eróticas y roja como un tomate, con cinco tíos bronceados, atléticos y atractivos mirándola divertidos por verla tan azorada. Quería esconderse bajo la mesa. Jolín ¿esto es otro sueño? ¡No es posible tanta casualidad!

Cuando James vio que era ella, tuvo que controlarse para disimular lo sorprendido que estaba de verla allí a aquella hora. Hola, Paty – dijo simulando naturalidad, dándole dos ligeros besos en las mejillas. No había visto que eras tú, no te había reconocido con el pelo recogido. Te presento a mis amigos del club de tenis. Hemos terminado el partido y ahora nos vamos a cenar, a celebrar que nuestro equipo ha ganado. Espera que te presento a mis compañeros…….


Bueno, le presentó a sus amigos (pensó que podrían quedar un día con sus amigas solteras ¡estaban todos buenísimos!). Hacía tiempo que no había visto unos tíos tan buenos juntos, claro que todos ellos eran buenos deportistas, con hábitos saludables, como le había explicado James, así que no era de extrañar el buen aspecto que tenían. Tal vez tendré que apuntarme a este club de tenis con ellas, ja ja, - pensó. ¡No sé si jugaríamos mucho al tenis, pero al menos nos alegraríamos la vista! ja, ja.

Se sentaron con ella a tomar unas cañitas antes de ir a cenar. Le dijeron que si quería ir con ellos, pero ella se disculpó diciendo que tenía el bañador mojado (mentira podrida, tenía otra cosa mojada, sólo de ver a James) y que no estaba arreglada, y que además ¿a dónde iba ella sola con cinco hombretones? Que sería la envidia de todas las que la vieran, así que no quería crearse enemigas, ja ja.

Rieron todos con ganas, le dijeron que además de guapa y con los ojos verdes más bonitos que habían visto en mucho tiempo era muy simpática y divertida y quedaron que otro día con tiempo quedarían con sus amigas también, para tomar unas copas en la disco, donde se habían conocido con James, aunque ya la avisaron que no eran tan bailongos como él. Ella les dijo que sus amigas tampoco eran tan bailongas como ella, así que ya se verían allí y una vez en la disco, que cada uno hiciera lo que le apeteciera, a su ritmo y a su aire.

Se despidieron con besos cordiales y James, que fue el último en despedirse,  disimuladamente le tocó un pezón al darle los dos besos de cortesía, sin que los otros pudieran verlo. Ella casi salta con el contacto, pero tuvo que esconder su sobresalto y entonces él notó que ella no llevaba nada debajo del vestido, así que también tuvo que ocultar su pantalón, porque algo “allí abajo” también se había “despertado” y no quería que sus amigos se dieran cuenta.


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