Fueron de compras, se acercaba el cumpleaños de Paty
y su madre le regaló ropa, un vestido color turquesa, que resaltaba
maravillosamente el color de sus ojos, y unos zapatos y bolso a juego. Paty no
quería que gastara tanto dinero pero ella le dijo que no se preocupara, que se
lo podía permitir y le hacía mucha ilusión.
Que lo estrenara la próxima vez que viera a ese
“galán” que parecía hacerla tan feliz. Su madre le dijo que estaba muy guapa y
Paty le contestó que ella también, le quiso regalar un foulard a su madre,
color verde, que también era el color de sus ojos. Realmente le sentaba muy bien, estaba muy guapa.
Parecían hermanas, más que madre e hija.
Estaban hablando y charlando animadamente y pasaron
delante de una de las mejores pastelerías del centro, donde había unos canapés
de salmón, caviar, paté, brie, etc. en
el escaparate que las dos se quedaron con la boca abierta mirándolos.
Inmediatamente las dos rieron y se pusieron de acuerdo para cambiar de planes y
no ir a cenar a un restaurante, sino comprar aquellos maravillosos y
apetecibles canapés y cenar en casa de Paty.
Su madre preguntó si tenía cava fresco, y Paty dijo
que si, así que se fueron muy contentas
y cargadas con todos los paquetes, como dos buenas amigas, a cenar a casa de
Paty.
La verdad es que las dos eran de muy buen comer y
nada más llegar se tomaron un aperitivo, cortaron un poco de queso y jamón y
unas patatas xips y se sentaron cómodamente en la terraza, descalzas, hablando
y riendo sin parar. Pusieron unas velas perfumadas y anti mosquitos, como el fin de semana con
James. Después fueron a por el cava y los canapés y fueron cayendo uno tras
otro, la madre de Paty la miraba y la veía tan feliz, como hacía tiempo no la
había visto así.
La botella de cava fue cayendo también y Paty estaba
cada vez más a gusto con su madre, explicando cómo le había conocido, cómo era,
cómo coincidían en todo. Lo atento, romántico y apasionado que era, lo fuerte
que era, cómo la hacía sentir frágil y pequeña y fuerte a la vez. La madre
escuchaba complacida. Pensó para sí misma “Paty esta vez se ha enamorado de
verdad, tengo ganas de conocer a ese James”. Pero no dijo nada, sonreía y
disfrutaba viendo tan feliz a su hija. Realmente tenían una muy buena relación.
Era ya medianoche y Paty tenía que trabajar al día
siguiente, así que recogieron todo y se dispuso a acompañar a su madre a su
casa. Ella no quería pero Paty insistió, así que fueron paseando, cogidas del
brazo, bromeando y charlando hasta que llegaron a casa de su madre.
Paty entonces volvió más deprisa a su casa. Había
pasado una tarde y noche muy agradable con su madre, realmente era una mujer
muy intuitiva, enseguida se había dado cuenta que “pasaba algo”, ja ja, la
conocía como a la palma de su mano. También a su hermano, no podía ocultarle
nada, con solo mirarle a los ojos ya sabía si estaba bien o si le sucedía algo.
Estaban muy unidos. Se sentía muy afortunada.
Paty también tenía muy buena relación con su hermano, compartían secretos cuando eran
pequeños, sólo se llevaban 3 años. Seguro que si hoy la hubiera visto, también
se hubiera dado cuenta que “había conocido a alguien”, ja ja, con su familia no
había secretos, era un “libro abierto para ellos”, ya no digamos con sus hijos,
menos mal que los tenía lejos, sino esto habría sido un “secreto a voces”. De
momento no quería precipitarse, todo era muy reciente, quería estar más segura de
sus sentimientos por James y de lo que sentía él per ella.
Parecía que él también estaba muy interesado en
aclarar los sentimientos de ambos, lo había demostrado llamándola tan pronto para volver a verse. Ella pensaba
que era pronto para hablar de “amor” pero es que realmente se sentía como en
trance, algo más fuerte que lo que había
sentido las veces en que se había enamorado. ¿Sería sólo pasión, que se
desvanecería de forma inmediata en cuanto acabara “la novedad”? Eso ya se
vería, pero no quería avanzarse a los acontecimientos, quería vivir el momento
presente, tan maravilloso, estaba ya impaciente por volver a verle, sólo
faltaba un día, ¡el Miércoles le vería, por fin!
Había refrescado, la noche era muy agradable. Se
acostó pensando en James y se quedó dormida, profundamente dormida casi de
inmediato…… Su pensamiento estaba con James, y durmió y durmió …..
Paty sentía frío, mucho frío, estaba tiritando, sus
dientes estaban castañeando. Paty y James habían ido de excursión a la montaña,
pero la nevada les había sorprendido. Iban abrigados pero no lo suficiente.
Habían consultado la previsión del tiempo, pero como muchas veces, no había
acertado y hacía más frío del previsto. Menos mal que la cabaña de madera que
habían alquilado en La Cerdanya estaba bien acondicionada.
Habían traído cava, carne, ensaladas, patés, queso,
etc. que habían puesto en la nevera, para no tener que salir a comprar, puesto
que estaban bastante alejados de cualquier supermercado o centro comercial. No
muy lejos pero si un poco aislados. Querían tener intimidad, ja ja. Habían
encendido la calefacción eléctrica y habían salido a pasear por el bosque,
menos mal que no se habían alejado mucho, porque la nevada era bastante
importante.
Paty y James estaban más o menos a media hora de
camino de la cabaña pero ahora tenían realmente frío, sobre todo en las manos.
Llevaban guantes, pero no eran los de nieve, eran de lana y protegían, pero no
lo suficiente. Riendo y frotándose las manos se abrazaron y se frotaron la
espalda mutuamente para entrar en calor y decidieron apresurar el paso para
llegar lo antes posible. ¡Qué bien, habían pensado en encender la calefacción
antes de marchar, así que encontrarían la cabaña ya caldeada!
Aceleraron el paso, corriendo algunos trozos,
persiguiéndose y tirándose bolas de nieve para entrar en calor y en poco tiempo
pudieron divisar la bonita cabaña, con todo el techo ya cubierto de nieve, los
árboles, todo estaba blanco. Realmente estaba muy bonito, parecía una postal de
Navidad. Riendo hicieron unas fotos con sus móviles y entraron apresuradamente
en la cabaña.
Encendieron las luces, pero nada, no funcionaban, no
había electricidad. Dentro hacía casi el mismo frío que fuera y ya estaba
oscureciendo. Paty fue a mirar el cuadro eléctrico, por si había habido algún
problema, pero todo parecía estar en orden. ¡Bbbbbbbbrrrrrrrrrrrr, qué frío.
Sin luz no tenemos calefacción, menudo fallo!. Encontraron cerillas, por
suerte, porque ninguno de los dos había pensado en traerlas. Encendieron unas
velas, había varios quinqués repartidos por toda la casa.
En el garaje habían visto leña. James bajó a
buscarla, mientras Paty preparaba unas mantas en el sofá que estaba enfrente a
la chimenea. Había una alfombra muy gruesa en el suelo, así que en cuanto
encendieran el fuego todo iría mejor. Además, si la luz no volvía pronto
también podrían preparar la carne, allí había de todo para poder hacerlo, así
que al final podrían pasarlo bien en cuanto el fuego estuviera encendido y todo
un poco más caldeado.
La cabaña no era muy grande y no tardaría mucho en
calentarse. Las ventanas cerraban herméticamente, así que con un buen fuego
todo iría mejor. James ya subía cargado
con varios troncos de leña. Ella le miró ¡qué fuerte es – pensó!. Paty le
preguntó si necesitaba ayuda pero él dijo que no, que subía para encender el
fuego y después haría otro viaje para cargar más leña, por si tardaba en volver
la electricidad. Que ella podía preparar algo para beber si le apetecía,
mientras tanto.
Paty ya tenía las copas preparadas y descorchó una
botella de vino tinto que habían comprado. Aun no se había quitado las gruesas botas de montaña que llevaba
puestas. ¡Menos mal, al menos el calzado sí que era el adecuado! Había seguido
el consejo de James, que había insistido en llevar botas de montaña por si
acaso, sino sus pies se hubieran congelado con el frío que hacía!
Ya tenía mantas y almohadas dispuestas en el sofá y
las copas y el vino en la pequeña mesa de centro que había frente a la
chimenea. Buscó periódicos viejos y había un montón muy grande al lado mismo de
la chimenea y también un paquete de pastillas para encender el fuego. Caray, al
menos en eso habían tenido suerte, podrían encender el fuego y estarían
calentitos en un periquete. Seguramente era frecuente que la electricidad
fallara cuando había tormenta de nieve, por eso había tantas velas, tantos
quinqués, cerillas, pastillas, periódicos, etc. ¡Genial!
Dispusieron los troncos entre los dos y las
pastillas y los periódicos facilitaron mucho que la leña prendiera enseguida.
Estaba muy seca, en su punto, así que inmediatamente notaron el calorcillo.
¡UUUUUUUUmmmmmm, qué agradable! Se acercaron ambos al fuego, frotándose las
manos y volvieron a reír, animadamente. Él la miró. Con el calor del fuego sus
mejillas se habían puesto rojas y con el reflejo de la luz del fuego, sus ojos
brillaban de forma tan intensa que no pudo evitar cogerla por la barbilla y
darle un ligero beso en los labios.
Ella se lo devolvió, le abrazó estremeciéndose aún
de frío, pero contenta porque ya se notaba un poquito el calor en la pequeña
cabaña. Le tomó de la mano y le llevó hasta el sofá, le tendió la copa de vino
y se taparon los dos con unja gruesa y cálida manta. Brindaron por su pequeña
aventura, disfrutando de su compañía, mientras la cabaña se iba caldeando ahora
ya muy rápidamente.
Como me gusta cada secuencia del relato, veo que no hay prisa en llegar al final.Como me gustaria ser esa Paty en brazos de James pequeña, querida,deseada y amada.
ResponderEliminarA mi también, bajo las mantas, con el fuego encendido y una buena copa de cava bien helado, uuuuuuuummmmmm!
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