Sus ojos brillaban al mirarse. Ella le tomó la mano
y le dijo que no podía hablar, que necesitaba un poco de agua. Él la miró,
preocupado, levantando al mismo tiempo la mano para llamar a la camarera y
pedir dos aguas con hielo. Perdona, Paty – le dijo. Te he asustado, cielo
¿verdad? Soy demasiado impulsivo contigo, me he precipitado ….. Pero no quería
que pensaras que para mí eras sólo una aventura de verano……
Ssssshhhh - le dijo ella - tocando suavemente con su
dedo índice los labios de James, indicándole cariñosamente que callara, sonriéndole
intensamente. No es nada de eso, al contrario – le dijo. Me he quedado muda
porque son las palabras más bonitas que nadie me ha dicho nunca y me han
parecido muy sinceras. Pero no estoy asustada, estoy absolutamente sorprendida
…..
Llegó la camarera con las bebidas. Ambos llenaron
sus copas y se tomaron un tiempo para beber y tranquilizarse. Ya más calmados,
James le preguntó porqué estaba sorprendida. Ella siguió bebiendo largos
sorbitos de agua. Tragó saliva y por fin pudo hablar con más normalidad, aunque
todavía muy emocionada.
Estoy sorprendida – contestó - porque yo estaba
intentando encontrar las palabras adecuadas para expresarte lo que siento por
ti. Pero tú has ido diciendo exactamente lo que yo sentía, sin que fuera
todavía plenamente consciente de ello….lo estoy descubriendo en ese mismo
instante, he estado pensando durante todo el día, no me he podido centrar, ni
en el coche, ni en el trabajo, intentando saber exactamente cómo aclararme yo
misma y cómo expresarte mis sentimientos …..
¿Entonces me entiendes? – dijo él - ¿Sientes algo parecido a lo que he empezado a
decirte, que no es todo lo que siento, ni mucho menos, si no sólo una parte?
¿Has entendido lo que intentaba expresarte? Quería decir – continuó – que me
siento efectivamente muy atraído por ti, que te deseo con todas mis fuerzas,
pero que eso no es todo, para nada, no es sólo sexo y deseo, que también
…..Paty, me es muy difícil expresar lo que tengo dentro……
Paty volvió a interrumpirle, le besó suavemente en
los labios y le dijo que le entendía, que comprendía y compartía todo lo que él
le había dicho, y que lo había hecho de una forma muy hermosa y sincera. Que
ella sí que no tenía palabras para expresarse mejor, porque realmente él lo
había dicho prácticamente todo…...
Excepto una cosa - pensó para sí misma - ninguno de
los dos ha mencionado la palabra AMOR. Después de la declaración de
sentimientos tan profundos y hermosos que le había hecho James, no cabía duda
que era una “declaración en toda regla”. Menos mal que le había dejado algo por
decir.
Paty le miró a los ojos de nuevo. Ambos los tenían
sumamente brillantes, húmedos, emocionados. Tenían sus manos fuertemente unidas
y ella por fin dijo: James, creo sinceramente que nos hemos enamorado. Tenía un
poco de miedo de pensarlo siquiera, no quería precipitarme ni hacer el
ridículo, porque hace tan poco que nos conocemos…..Pero después de tus palabras
tan sinceras y de ver como coincidían en todo con mis sentimientos…..
Ahora fue James quien la interrumpió. Le acarició la
mejilla, la tomó de la barbilla y la acercó hacia él, besándola esta vez con
una intensidad que a ambos les despertó otra vez el ansia y el deseo de estar
juntos de nuevo, de acariciarse, de desatar su pasión y de compartir todo el
amor que sentían mutuamente.
Si, Paty – dijo James muy serio. Estoy enamorado de
ti, mi deliciosa mujercita, con toda la fuerza y la pasión de que soy capaz. Ya
no tengo la menor duda. Y por lo que me has demostrado y lo que me has dicho,
parece que tu también lo estás… Si – le interrumpió Paty – yo también estoy
enamorada de ti, hombretón…. No puedo esperar más, deseo estar contigo y…….
No sigas, mi amor – dijo él. Yo también deseo estar
contigo, a solas, expresarte todo lo que
siento por ti……. ¿Quieres que vayamos a mi casa? De acuerdo – dijo ella. Pero……
tantas emociones me han despertado el apetito. ¡Caramba, tengo hambre! ¿Y tú? –
Dijo Paty- ¿Tienes algo para comer en tu casa, o eres un solterón con la nevera
vacía? Ja ja.
Por supuesto que tengo comida – dijo él. ¡La duda
ofende, señorita! No sé si te gustará: ¿qué te parece de primero ensalada con
atún y gambas y de segundo entrecote al roquefort? ¿Te gusta? Si no, puedo
pensar en otra cosa: pasta italiana, tortilla, o puedo descongelar algo
quizás……
Me encanta – contestó ella - pero ¿de beber también
tienes algo o lo compramos por el camino? Tengo algo – dijo él – déjame pensar,
cerveza de importación, vino blanco Txacolí, vino negro de Rioja y cava
catalán, ¿Qué prefiere mi princesa? Si no te gusta compramos algo…. No, no -
contestó ella sonriéndole - ya veo que tienes de todo. Chico ¡no dejas de
sorprenderme!
Él la miró fijamente a los ojos, y le preguntó si
estaba bien. Ella le contestó que sí, por supuesto, y que por qué le preguntaba
eso. El respondió que estaban hablando de sentimientos muy profundos y muy
íntimos e importantes entre ellos y que ella, de pronto, deliberadamente, había
desviado la conversación.
Paty estaba un poco “azorada”, él la había
“pillado”. A ella le costaba mucho hablar de sus sentimientos a ese nivel,
acababa de admitir que estaba realmente enamorada y eso era mucho para ella. Se
sentía un poco “cortada”, hablar de amor tan pronto la cohibía, pero lo cierto
es que se sentía así. Ya no se imaginaba la vida sin James, pero aun le costaba
decirlo, abrirle su corazón del todo.
Tenía que bromear para disimular un poco la tensión.
Le explicó que le costaba mucho pronunciar las clásicas “palabras de amor”, y
le pidió que le diera un poco más de tiempo. James la escuchaba muy atento,
intentando comprenderla. Le dijo que no se sintiera obligada a nada, que si los
sentimientos existían, las palabras ya irían saliendo. Le preguntó si a ella le
molestaba que él le dijera esas palabras como “cielo, cariño, amor mío, mi
vida”. Si le parecían cursis o ridículas.
Ella le dijo que no, que en absoluto, que le
encantaba que le dijera esas cosas tan bonitas, pero que a ella no le salían
con facilidad. Él le dijo que antes a él tampoco, pero que con el tiempo había
aprendido a expresar sus sentimientos y eso era muy bueno para él, para bien y
para mal.
James repitió que ella tenía que ser como era, que
estuviera tranquila, que fuera espontánea y natural y que él la adoraba así,
como la había conocido. Que era una persona íntegra, encantadora, frágil y fuerte
al mismo tiempo, cariñosa, amable, dulce, con un gran sentido del humor, una
gran “bailonga” con mucha marcha y por supuesto, preciosa, sexy y muuuuuy
apasionada. Que se sentía el hombre más afortunado del mundo de poder estar con
ella y que ella le correspondiera.
Paty estaba muy contenta. Parecía que se entendían
muy bien, incluso en las diferencias. Dijo que ella también intentaría superar
esa pequeña “vergüenza” y que esperaba poder abrirle su corazón como él lo
estaba haciendo, sin tener que bromear para disimular o sentirse ridícula o
cursi. Cada uno tiene su personalidad – dijo. Pero lo importante es que los dos
estamos de acuerdo y que nos hemos dado cuenta que estamos enamorados. Me
siento muy afortunada.
Yo también. Este es un paso muy importante en
nuestra relación – dijo James. Cierto – contestó Paty. Bien, ahora vamos a
comer o me darás un mordisco en medio de la calle – dijo James - echando a correr de improviso y tirando de
ella hacia el coche que tenía aparcado allí cerca. Se sentían como dos
adolescentes, sólo existían ellos en ese momento, ellos y sus sentimientos y su
pasión. Entraron en el coche. Inmediatamente ella notó el masculino olor de su
perfume y recordó los momentos vividos y sintió un escalofrío recorrerle toda
la espalda.
Estamos enamorados – pensó. Los dos nos hemos
declarado nuestro mutuo amor. Ahora voy a ir a su casa, conoceré su vida, sus
cosas, sus costumbres…. La verdad, tengo curiosidad, pero estoy segura que me
gustará. Por lo que he visto de él y su comportamiento hasta ahora, su casa
distará mucho de ser la de un solterón desordenado.
Llegaron a su casa en 5 minutos, vivía muy cerca del
centro. Aparcó el coche en el parking y subieron en el ascensor hasta la 4ª
planta, besándose como dos adolescentes que tienen miedo que les pillen.
Entraron y siguieron besándose en el pasillo. James encendió las luces le dijo
que se pusiera cómoda y le enseñó dónde estaba todo, el salón, el baño, la
cocina, la habitación y la terraza. Había dos puertas más que no abrió, dijo que
eran las “leoneras” de sus hijos, que hoy no estaban en casa y que ni le
ensañaba sus habitaciones, porque se iba a caer del susto.
Paty se echó a reír, ja ja, ya sé lo que es tener
hijos adolescentes, ja ja. Mejor no mires tu tampoco, ja ja! ¿Qué edad tienen?
– preguntó. Ahora no lo recuerdo. James contestó: 13 y 15, unos chicos
estupendos, pero son un desastre de desordenados, me tienen frito, uuuffff.
Bueno, paciencia, recuerda como eras tú a su edad,
ja ja – dijo Paty. Vaya, muy graciosa, pequeña, muy graciosa. Pues tienes que
saber que ya era ordenado de preadolescente, guapa, y que en casa los domingos
preparaba el desayuno para todos y después lo dejaba todo recogido como los
“chorros del oro”. Bueno, bueno, no te pongas tantas “flores”, que eso lo
comprobaré yo algún día, guapo. Y como sea mentira, te vas a enterar – le dijo
riendo, amenazadora. Cuando tú quieras – dijo James - pequeñaja desconfiada. Y
ahora ven a ver mi terracita y decidimos si cenamos fuera o en el salón ¿ok?
Salieron a la terraza. No tenía vistas al mar, pero
daba a la zona comunitaria con piscina, que estaba iluminada, había palmeras y
plantas con flores y mucho césped, que en este momento se estaba regando con
los aspersores automáticos y olía muy bien. La vista era encantadora y había
luna llena, así que decidieron cenar fuera.
Voy un momento al baño y vengo a ayudarte – dijo
ella (había estado a punto de decir cariño, pero al final no se atrevió). Se
mordió el labio, enfadada consigo misma ¿por qué no podía ser tan espontánea
como él? Tendría que superar este pequeño “trauma”. James no tenía la culpa de
sus fracasos anteriores. ¡Qué rabia! él se merecía que le tratara como él la
trataba a ella, pero bueno, como James decía, sin forzar, ya irían saliendo las
palabras poco a poco.
Cuando salió él ya había puesto música, le preguntó
si le gustaba Queen, ella dijo que le encantaba Fredy Mercury y cuando llegó a
la cocina él ya estaba preparando la ensalada. Preguntó si podía ayudar y él le
indicó que preparara la mesa en la terraza, señalándole dónde estaban las
cosas, mantel y servilletas, copas, cubiertos, etc. Ella preguntó si tenía
velas y James le indicó dónde estaban, pidiéndole que las pusiera en un
candelabro muy antiguo que tenía en el salón.
Pues es una caja de sorpresas ese James, me tiene loquita, loquita. A ver si van aprendiendo algunos, a las chicas se nos conquista con esos detalles tan bonitos, no sólo con joyas y flores, eso queda para ocasions especiales como aniversarios, cumples etc. pero el día a día es muy importante, sentirse conquistada cada día mucho más.
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