Puso discretamente la chaqueta que tenía colgada del
brazo, por si la noche refrescaba, delante de su erección, esperando que
ninguno de sus amigos se hubiera percatado de nada. ¡Madre mía, esa mujer me
vuelve loco! ¿Qué me está pasando con ella? Hacía muchos años que no sentía
algo parecido, pero ni mucho menos tan fuerte – pensó. ¿Me estaré enamorando de
verdad?
Sin ningún acuerdo tácito, ninguno de los dos habló
del tipo de relación que tenían, se presentaron sólo como amigos. Era pronto
para presentarse de otra forma, tenían que conocerse mejor y hablar de sus
sentimientos entre ellos, antes de hacer partícipes a otras personas de su relación.
Paty se dirigió a su casa pensativa. Estaba un poco
preocupada por el curso que estaban teniendo los acontecimientos. Nunca había
tenido una relación que pasara a ser tan intensa en tan pocos días, con el
nivel de intimidad al que habían llegado casi de inmediato. Desde el primer
momento en que empezaron a hablar, los dos habían sentido algo muy especial,
casi como si cada uno de ellos hubiera estado esperando sentir algo así desde
hacía mucho tiempo.
Cuando después de conocerse, en sus largas conversaciones,
se explicaron que desde hacía semanas ambos se estaban observando mutuamente en
la discoteca, sin que ninguno de ellos diera el primer paso, esperando para ver
si la otra persona hacía algún acercamiento para iniciar una conversación, vieron
que habían coincidido en no querer algo rápido y fácil. Pero realmente, en el
momento en que se habían conocido más y más, su acercamiento fue total, no sólo
por su atracción y deseo mutuos, sino por algo mucho más profundo, más sutil,
más importante.
¿O quizás ella se lo estaba imaginando todo y estaba
exagerando? ¿Quizás se estaba “montando una película” con todo esto y para él
no era lo mismo? Ya veremos a dónde nos lleva esto – se dijo a sí misma. De
momento estamos muy bien juntos, congeniamos en casi todo y el sexo es
fantástico, así que, chica, a disfrutar mientras dure. Mañana nos veremos a
solas, podremos hablar de todo esto. La verdad es que tengo muchas ganas de
estar con él, y por lo visto él también lo desea.
Eran dos personas adultas, libres, sanas y
responsables, que sabían perfectamente lo que querían y lo que no, así que no
hacía falta complicarse la vida, sino dejarse llevar y disfrutar del momento.
Se dirigió con paso seguro hacia su casa, se duchó rápidamente, se secó un poco
el pelo y se acostó, durmiéndose enseguida y pensando que al día siguiente
podría verle y le preguntaría por su sueño, ja ja.
El día se despertó fresco y gris, había llovido
durante la noche, pero ahora caían solamente unas finas gotas. Decidió coger
igualmente el paraguas, por si acaso, aunque le gustaba caminar bajo la lluvia,
si no era muy intensa. Además, para su pelo era ideal, sus rizos se marcaban
mejor con el agua sin cloro, y le quedaba más bonito, según le decían sus
amigas.
Decidió que hoy le desearía a él los buenos días,
para darle una sorpresa, así que le mandó un mensaje de audio: “buenos días,
James. ¿Qué tal la cena con tus amigos? ¿Cómo va la resaca? Ja ja” ¡Besitos!
A los 5 minutos tuvo una breve respuesta suya
también de audio: “Hola, Paty. Gracias a ti no me he dormido, no ha sonado el despertador y
tengo una reunión importante a primera hora. Eres un encanto, por suerte podré
llegar justo a tiempo. Te debo una. Besazos, princesa, y hasta luego”.
Los dos continuaron con su vida laboral, el día
transcurría rápido, los dos estaban muy ocupados, así que se enviaron alguna
pequeña bromita con “intención” y quedaron en verse a las 21 h. No habían
decidido aún que hacían, si salían a cenar, o comían en casa de él o de ella.
Por la tarde concretarían y si hacía falta irían de compras juntos si decidían
cena romántica en casa.
A las 19 h. James, que ya había salido del trabajo,
le envió un mensaje. Ella también había salido ya. ¿Puedo llamarte? - preguntó
él. Si, respondió Paty. Los dos estaban
de acuerdo en no salir a cenar a un restaurante, tenían ganas de intimidad y de
poder hablar tranquilamente a solas. Él dijo que ya habían cenado en casa de
Paty y que le gustaría que esta vez fuera en su casa, pero que hoy estaban sus
hijos, tenían que hacer un trabajo en el ordenador y no podrían estar solos.
Ella dijo que tenía cervezas, vino blanco y tinto y
cava, así que de bebidas estaban listos. Que tenía salmón ahumado y tostadas,
si le gustaba. Él dijo que le encantaba y que tenía un paté muy bueno, si le
gustaba, y podía cortar jamón, ya que sus hijos le habían regalado una paleta
ibérica de sus ahorros por su cumple, que había sido hacía unos días, porque
sabían que le gustaba mucho. Estaba deliciosa, y si te apetece no tendremos que
cocinar y no ensuciaremos tu casa, si es todo frío.
Ella contestó: me encantan el paté y el jamón,
perfecto, no tenemos que salir a comprar nada más, porque en el congelador
tengo helados para después, si nos apetece, sólo si puedes trae un poco de pan,
para hacerlo como en Catalunya, “pa amb tomàquet”, ja ja ¿te gusta? – genial
- contesta James. Traeré un “pa de
pagès”, ja, ja, lo haremos con tomate a la catalana. Ambos conocían Catalunya,
tenían amigos allí. Quedamos en tu casa a partir de las 21 h. ¿ok? – ok –
responde ella contenta.
Estaba sentada en el sofá y se quedó allí un
momento, pensativa, recordando los momentos vividos estos últimos días con
James, ensimismada, saboreando en su mente cada momento, uuuuuummmmm, realmente
tenía ganas de verlo, se sentía impaciente. Se levantó de un salto, fue a mirar
si la casa estaba a su gusto, ordenada y limpia. Salió a la terraza y repasó
las sillas y la mesa, porque como el mar estaba tan próximo, siempre tenían un
poco de salitre.
Comprobó que las platitas con flores de la terraza
estaban todavía húmedas, las regó sólo un poco más y quitó las hijitas secas.
Puso la maceta más bonita con flores encima de la mesa, como centro, preparó un
mantel con tonos morados muy bonito a juego con las flores de la mesa y colocó
dos salvamanteles individuales negros. Preparó la mesa, puso varias velas
también moradas, con perfume de lavanda, aunque esperaría a las 21 h para
encenderlas. Dispuso los platos, las copas y la verdad, el efecto era sencillo
pero elegante. Colocó varias almohadas en las sillas para que pudieran estar
más cómodos y el efecto final le gustó.
Comprobó que había hielo para la cubitera, sacó la
mantequilla y el salmón del frigorífico y preparó varias tostadas, colocándolas
bien dispuestas en una bandeja blanca con borde plateado, a juego con los
platos, y tapándolas cuidadosamente con film transparente a continuación para
que no se resecaran. ¡Sólo faltaba media hora para que llegara James!, tenía el
tiempo justo de tomar una ducha y vestirse y arreglarse.
Mientras se duchaba rememoró las escenas en la
ducha, waaauuu, se estaba calentando …… pero no, sería buena, ja ja, esperaría
a James, con él era mucho mejor, ja ja, ¡madre mía, qué buen amante era!.
Estaba ya impaciente por verle. No sabía si hoy tendrían sexo, pero era igual,
estaba excitada y expectante como una adolescente.
Se puso su crema hidratante corporal preferida, con
un discreto perfume, y no usó colonia, porque pensó que quedándose en casa no
hacía falta perfumarse más. Se puso lencería totalmente blanca esta vez,
también de encaje. Realmente resaltaba con su piel tan morena, porque había
podido comprobar que a James le gustaba el encaje con transparencias (bueno, ¿y
a quien no? Ja ja). Se maquilló ligeramente los ojos y los labios, y fue al
armario. Todavía no tenía decido qué ponerse, ¿formal o casual?, había estado
pensándolo todo el día y tenía varias ideas, pero no estaba del todo decidida.
Al final se decantó por fin por un vestido de
tirantes, con tonos turquesa, que le
habían regalado sus hijos porque les había ayudado mucho con sus
estudios, buscando apartamento para compartir con estudiantes en Londres, y le
hicieron este detalle antes de irse. Por cierto, ¡cuánto les echaba de menos!
Se puso unas sandalias con tacón alto y pedrería,
para un día que no tendría que conducir y andar por la calle, podía darse el
lujazo, porque eran cómodas pero muy altas, nada adecuadas para caminar Pero en
casa estarían sentados, y si se cansaba podía cambiárselas o quitárselas, ya
vería.
Se puso unas sandalias con tacón alto y pedrería,
para un día que no tendría que conducir y andar por la calle, podía darse el
lujazo, porque eran cómodas pero muy altas, nada adecuadas para caminar Pero en
casa estarían sentados, y si se cansaba podía cambiárselas o quitárselas, ya
vería.
Se miró al espejo, sólo faltaba su pelo, después de
ponerse su mascarilla de keratina, que lo dejaba terso y suave, se hizo un
medio recogido informal, con algunas mechones cayendo en suaves bucles, para
lucir su nuca, dejándola expuesta (James le había dicho que le encantaba
besarla en la nuca y el cuello), así que le iba a facilitar la visión,
uuuuummmm, se estaba acercando la hora, miró el reloj, eran les 21 h. en punto
y en aquel momento sonó el timbre de la puerta.
Se sobresaltó, miró el baño, todo en orden y
recogido, como a ella le gustaba. Se miró por última vez al espejo, intentando
verse con “los ojos de un hombre” y pensó que estaba muy atractiva. El vestido
era muy cortito, dejaba ver sus piernas fuertes y bronceadas: ¡No estás nada
mal, chica, para tu edad, vaya que no!. Sonrió para sí misma y se fue a abrir
la puerta.
Era James, con una hermosa rosa roja en la mano,
envuelta en celofán, adornada con unas hojas verdes preciosas y con un lazo del
mismo color que la rosa. Vestía casual pero elegante al mismo tiempo. Pantalón
azul marino, con zapatos náuticos azul noche y una camisa de rayas finas,
blancas y azul celeste, con el cuello blanco, de manga larga y con las mangas
un poco arremangadas de forma informal, con varios botones desabrochados, que
dejaban entrever su bronceado. Todavía hacía calor, por eso no traía chaqueta.
James tenía unas bolsas en la otra mano. Ella se
quedó boquiabierta ¡estaba tan atractivo, que casi se le corta la respiración!
Él estaba mirándola sonriendo, ella casi podía sentir cómo sus ojos la
acariciaban, recorrían todo su cuerpo. Él tampoco se movía, estaba allí, alto,
elegante, con su leve olor tan masculino. Por fin ella reaccionó. Perdona –
dijo - soy una mal educada, te he dejado en la puerta. Pasa, por favor, déjame
que te ayude, ¡vienes tan cargado!
Esa rosa es para ti, preciosa – dijo - no he dejado
repensar en ti ni un momento, no sé qué me has dado, pequeñaja mía – le dijo
cariñosamente. Ella la tomó, la olió. Tenía aroma de rosa recién cortada, cosa
difícil en estos días, donde hasta las flores frescas “chupan cámara”. Se
acercó a él y poniéndose de puntillas, le dio las gracias y le besó levemente
en los labios.
James había dejado las bolsas en el suelo, la rodeó
con sus brazos y la estrechó en ellos, se besaron largamente, con ansia, como
si hiciera mucho tiempo que ambos lo estuvieran deseando. Ahora Paty entendió
lo que significaba tener “mariposas en el estómago”. No era sólo deseo, que
también lo era y mucho, por supuesto, pero había algo mucho más profundo, que
incluso daba un poco de miedo.
Porque ¿y si él no sentía lo mismo? ¿Y si ella
estaba “soñando despierta”, imaginándose cosas que sólo sentía ella y él
simplemente era un hombre que se sabía atractivo y usaba sus dotes de seducción
con ella? ¿Pero, por otra parte, qué motivos tendría para mentir? Si lo que él
quería era un “polvo rápido”, ya lo había tenido, y varios, rápidos, lentos y
de distintas formas. Así que le estaba demostrando que para él tampoco era sólo
deseo, ¿cierto?
Y además acababa de decirle que no había podido
dejar de pensar en ella en estos pocos días que habían transcurrido sin verse,
pero en los que habían estado en contacto con mensajes, audios y conversaciones
telefónicas ….
Bueno, Paty – se dijo a sí misma - no te “calientes la cabeza”, disfruta el
momento y no te compliques la vida. Él la miraba, ensimismado, gozando de la
visión de cada centímetro de su cuerpo. Le dijo que estaba sencillamente
deliciosa, fina, elegante y muuuuuuy sensual. Que le encantaba su vestido y sus
sandalias, aunque no parecían muy cómodas.
Ella le dijo que con ese tacón tan alto pensaba que
llegaría a besarle sin hacer puntillas, pero no, tenía que hacerlas igualmente,
ja ja. Rieron los dos con ganas. Ella le dijo que él tampoco estaba nada mal,
ja ja, que también estaba muy atractivo, deportivo y elegante al mismo tiempo.
Que le gustaba mucho cómo se había vestido y que sin haberlo hablado habían combinado
con distintos tonos de azules, que a los dos les sentaban muy bien, resaltando
su bronceado.
Todavía estaban parados en el pasillo, como dos
colegiales, y al fin James preguntó dónde dejaba las cosas. Ella le dijo que en
la cocina, mientras buscaba un jarrón para poner la rosa en agua y ponerla
también en la mesa de la terraza.
Empezaron a preparar la cena. Dispusieron el paté y
el jamón en bandejas y James si dispuso a preparar el “pan de payés amb
tomàquet”. Ella llevó todo a la terraza y le preguntó si quería tomar algo, él
dijo que si. ¿Vino blanco? – preguntó Paty. Excelente, contestó, mientras
untaba las rebanadas de pan con tomate y las untaba con un buen aceite. Cómo
nos cuidamos, ¿eh, chica? Si – dijo ella. Mañana tendré que hacer régimen para
bajar todo esto.
Hay otras formas de bajarlo, preciosa – dijo él –
mirándola de nuevo, con una sonrisa picarona, esta vez guiñándole un ojo. Ella
se puso roja como el tomate que él tenía en la mano. ¡Qué rabia! - Se dijo a sí
misma - ¿cómo puedo ser tan tonta, a mi edad? El la miró y no pudo contenerse,
se secó las manos y se dirigió a ella y la abrazó, con fuerza pero con ternura,
diciéndole que era una mujercita impredecible, que con ella todo eran
sorpresas.
Que podía ser la más provocadora y apasionada e
insaciable a veces y la más inocente al mismo tiempo. Era increíble, le tenía
totalmente embrujado, hechizado, pensaba en ella todo el tiempo. ¿Qué le había
dado? ¿Qué le estaba pasando? Ella se quedó callada. Pocos minutos antes, ella
estaba pensando algo muy parecido. Le sonrió, todavía sonrojada y le dijo:
venga, vamos a cenar, tengo mucha hambre, ¿y tú? Después hablaremos, yo también
siento muchas cosas que quiero comentarte, ¿ok?
James la miró, esta vez parecía muy “formal”. De
acuerdo, Paty. Voy a abrir el vino y vengo enseguida, ¿quieres poner música,
mientras, por favor? Por supuesto – dijo ella. ¿Alguna preferencia? Sorpréndeme
– contestó él. Cenamos en la terraza, si te parece bien – dijo Paty. Perfecto –
replicó James.
Puso música de Gloria Stefan, él ya llegaba con el
vino metido en el hielo. Recordaba que a ella le gusta muy frío. Cuando salió a
la terraza ya sonaba la música. ¿Te gusta Gloria …..? Él dejó el vino en la
mesa, la tomó de la cintura y la condujo al salón para bailar una canción muy,
muy romántica. La besó suavemente en los labios, ella le devolvió el beso y
volvió a preguntar si le gustaba Gloria.
Él contestó: ¿no lo ves?, estoy bailando contigo esa
preciosa y romántica canción. ¿Te ha molestado? No, para nada – dijo ella.
Menos mal que la cena no se enfría, ja ja - continuó. Cierto – respondió James.
Déjame decirte antes de empezar a cenar que me gusta todo de ti. He visto cómo
has dispuesto la mesa, está preciosa, y ya has colocado la rosa que te he
regalado en el centro. ¡Bonito detalle!
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